Educar en valores no es tarea
fácil, ni es
un objetivo que se logre a corto plazo. Educar en valores es un trabajo arduo que debe empezar en el hogar y continuar en la escuela, pero esta tarea, es una pelota que rebota y
nadie quiere asumir su responsabilidad. Nuestra institución asumió como
propósito del proyecto institucional, para este año escolar la educación en
valores, Evaluando este primer lapso sobre los objetivos del PEIC,
en la promoción de valores, es el
personal y no los estudiantes, los que están saliendo raspados. Pues
algunos difícilmente vivencian valores como la integración, el compañerismo, la
solidaridad. Esta situación fue evidente en la celebración del Carnaval,
donde cada nivel y jornada monto su fiesta por separado, pues se considera como verdad establecida que
es mejor cada quien haga las cosas por su lado (bello ejemplo de
integración y solidaridad). Es así como los organizadores del liceo lo
tenían todo muy preparado, su toldo, full
equipo de sonido, las sillas que ellos gestionaron y son de su
"propiedad" , todo
cuidadosamente preparado , no así los docentes del nivel de primaria
de la mañana, quienes se vieron en aprietos para conseguir un micrófono, una
que otra bomba adornaba la cancha desde donde se escuchaba la música del Liceo, pero ellos tenían su
invitado de honor, el ganador de la vuelta al Tachira quien solo
pudo solo ser visto y homenajeado por los escolares de este nivel, pues "ellos" lo habían invitado., en el
caso de la jornada de la tarde ellos también tenían planificado por su parte y
contaban con un excelente organizador
Encontré en la red, un artículo muy
interesante sobre la educación en valores y los invito a reflexionar, Al que le
parezca aburrido, soso,
es sin duda alguien que forma parte del problema y no de la solución
de la crisis de valores.
Por: Antonio Pérez
Esclarín
En un artículo anterior expresé que
con el tiempo, he ido comprendiendo que para superar la mera retórica que
tanto insiste hoy en la necesidad de educar en valores, se requieren al
menos tres cosas esenciales: en primer lugar, que cada docente se vaya
transformando en un genuino educador, que se esfuerza por vivir y expresar con
su conducta y vida los valores que propone. En segundo lugar, he ido
comprendiendo que no es posible educar en determinados valores si
los centros educativos no los incorporan a su estructura y funcionamiento.
Si queremos lograr alumnos participativos y críticos, creativos,
cooperativos, solidarios…, el ejercicio educativo tiene que ser participativo y
crítico, creativo, cooperativo, solidario… De ahí que el énfasis no puede estar
en educar para, sino en educar en: educar en la participación, en la
creatividad, en la cooperación, en la solidaridad. De bien poco va a
servir que proclamemos las bondades de la participación, si mantenemos una
estructura, tanto en el centro educativo como en el aula, autoritaria y
vertical. No fomentaremos la creatividad con copias, con guías, con lecciones
caletreadas. No lograremos alumnos cooperativos y solidarios con una
pedagogía que promueve el trabajo individual, la competitividad y el
éxito personal sin importar el fracaso de los demás… De ahí la necesidad de
concebir y estructurar los centros educativos como comunidades de vida, de
participación, de diálogo, trabajo y aprendizaje compartido, de tolerancia y
discusión abierta sobre las tendencias socializadoras. Comunidades educativas
en las que se aprende porque se vive, porque se participa, se construyen
cooperativamente alternativas a los problemas individuales y sociales, se
fomenta la iniciativa, se toleran las discrepancias, se integran las diferentes
visiones y propuestas, se respira un aire que alimenta la amistad, la
gratuidad, el servicio, la cooperación, la solidaridad. Se trata, en
definitiva, de transformar profundamente los actuales centros educativos, para
que sean semillas y ya también espejos de la nueva sociedad que pretendemos;
de modo que coincida el currículo explícito con el currículo
oculto. Esto va a suponer, entre otras cosas, que los directivos entiendan que
su papel primordial es tener a su personal motivado, contento y comprometido.
Para ello, deben ser educadores y no meros funcionarios, expertos en humanidad
más que en otra cosa y entender que no pueden agotarse en cuestiones
burocráticas y en papeles, sino que deben promover la formación y reflexión
permanentes de todo su personal. Los problemas y conflictos se enfrentan
mediante la negociación y el diálogo para hacer de ellos verdaderas oportunidades
educativas. Se vive un clima de responsabilidad, compromiso, trabajo,
entusiasmo. Se respetan la diversidad y las diferencias, se defienden los
derechos de todos, en especial de los más débiles y necesitados…En breve, toda
la organización y la pedagogía tratan de promover y reflejar los
valores y formas de vida de la sociedad que buscamos y queremos
Como tercera cosa, he aprendido que es
muy poco lo que lograremos en una pretendida formación en valores, si no
integramos el centro educativo con la familia y con la comunidad. La
familia es la primera formadora o deformadora. Los niños aprenden a valorar lo
que valoran sus padres, las personas con las que viven. No es mucho, por
consiguiente, lo que podrá lograr un centro educativo si trata de sembrar y
cultivar unos determinados valores que la familia rechaza o no está dispuesta a
vivir. En el mejor de los casos, si el centro educativo va por un lado y la
familia por el otro, estaremos formando jóvenes desorientados, que no saben
para dónde agarrar, y que terminarán sin hacer caso ni a la escuela ni a los
padres… Sólo podrá enseñar
valores el que se esfuerza por enseñárselos a sí mismo, el que lucha por
levantarse de sus propias debilidades y se esfuerza día a día por ser
mejor.
A continuación una imágenes de nuestro
trabajo y esfuerzos en pro del proyecto institucional, educando en valores.
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