En Venezuela se ha tratado en la última década, de abrir espacios para concretar
la integracion escolar de escolares con
discapacidad mínima, sin embargo hacerlo realidad no
es tarea fácil y he podido comprobar que no siempre es
por falta de los recursos físicos sino por el temor y falta
de preparación del personal docente.
La corriente inclusiva de la escuela surge
como un continuo, fruto de sucesivas reflexiones y aportaciones de las
corrientes educativas democráticas. La integración pretendía que los
estudiantes con discapacidad se escolarizaran en las escuelas ordinarias y se
adaptaran a la enseñanza, al aprendizaje y a la organización. Supuso un paso
importante para la mejora de la educación del alumnado con
discapacidad, pero en muchos casos sólo se produjo la integración física. En
las últimas décadas distintos organismos internacionales,
declaraciones, foros y programas se han
pronunciado en torno a la promoción de la educación inclusiva, posicionándose
en torno a la escolarización de todos los niños y niñas y, sobre todo, de
aquellos y aquellas que se encuentran en especial situación de vulnerabilidad o
Exclusión. La Declaración de Salamanca (1994) marcó sin duda el punto de
inflexión para la Educación especial. En ella se enfatiza la urgencia de
impartir la enseñanza a todos los niños y niñas, jóvenes y adultos, con y sin
necesidades educativas especiales, dentro de un mismo sistema común de
educación. La inclusión es un concepto que hace referencia al modo en que la
sociedad, y la escuela como parte de ella, deben responder a la diversidad;
supone en la práctica trasladar el eje de la respuesta educativa, hasta ahora
focalizada únicamente en el alumnado, al contexto escolar ordinario.
En Venezuela es la resolución 2005
de 1996, la que establece el derecho de los escolares con necesidades
educativas especiales de poder ingresar, cursar y culminar sus estudios en los
planteles educativos regulares.
Hay situaciones nuevas en los centros
que piden nuevas respuestas educativas, pero éstas no deben apoyarse sólo en la
dotación adicional de recursos sino en el aumento de la competencia del
profesorado; en la organización de los recursos del centro desde un
enfoque inclusivo más que integrador
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